HISTORIA |
Situada al pie de la sierra de Bernia, sobre un montículo, junto a
la desembocadura del río Algar, Altea tiene su historia marcada por
el paso de muchas civilizaciones, todas las que vivieron en el Mediterráneo
(íberos, griegos, fenicios, romanos y musulmanes). Cada uno de estos
pueblos dejó aquí su influencia. El nombre de Altea parece que proviene
del griego Altahia, que significa "yo curo", y Algar significa "río
de la salud". |
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Los griegos y romanos se dedicaron al comercio e intercambio de productos,
y en la costa blanca establecieron factorías de salazones. Los árabes
mejoraron la agricultura y trajeron las artes de pesca más sofisticadas,
algunas como la almadraba que todavía se utilizan. Con la expulsión
de los moriscos (1609) y las correrías y asaltos de piratas, Altea
pasó una época de decaimiento económico y descenso acusado de la población. |
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El
puerto de Altea sirvió para el desembarco de las tropas del Archiduque
Carlos, que en 1704 le concedió el título de Villa y se cuenta que
por estas fechas había más de trescientos alteanos matriculados y
al servicio de la Marina Real. |
A
partir de aquí se inicia como medio de vida para los habitantes de
la villa la agricultura tradicional, la pesca y el flete de veleros
para el comercio y transporte de viajeros. |
El turismo siempre ha existido en Altea, en 1858 vino en tren hasta
Alicante la Reina Isabel II y muchos madrileños y gentes del interior
también lo hicieron, algunas se quedaron en Alicante y otros más arriesgados
a través de los malos caminos se desplazaron por la costa. En 1869
se perfora el túnel del Mascaret para hacer la carretera que uniría
Alicante con Valencia a través de Altea. En 1889 se aprobó la construcción
del Ferrocarril Alicante-Denia. |
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El "trenet" sustituto de la diligencia en 1914 y el coche de línea,
abrieron de par en par las puertas de Altea para la llegada de los
veraneantes (aún no eran turistas) durante la primera mitad del siglo
XX. |